Steve Jobs , personaje controvertido como casi todos los hombres geniales, pasará a la historia como una de las personalidades más importes de todos los tiempos. No sólo por su aportación al desarrollo tecnológico sino por su capacidad de liderazgo y de conectar con los demás.
El ejemplo más claro de que "nunca vivió la vida de otros" es su conocido discurso de graduación dedicado a los estudiantes de la promoción de 2005 de la prestigiosa Universidad de Stanford.
En él hizo un repaso magistral de su propia vida , del cúmulo de circunstancias que tienen que llegar a darse o no darse , de cómo hay que aprovechar las oportunidades y asumir los riesgos de determinadas decisiones. Todo ello teniendo en cuenta además que nuestro tiempo es limitado y que además no tenemos ningún control sobre él.
Y de esa conjunción de lo divino y de humano , surgió la personalidad de Steve Jobs , un ser humano que en principio lo tenía todo en contra : hijo de una adolescente sin medios económicos, adoptado por la generosidad de una familia, desmotivado con su estudios universitarios, hasta que un día de forma inesperada descubrió un punto de interés y apostó por el con todas las consecuencias.
Pero la genialidad tampoco es inmortal y Steve Jobs no pudo vencer a la enfermedad. Sin embargo, nos ha dejado como legado, un discurso que pasará por ser uno de los mejores que se hayan podido dar y cuando menos merece que le dediquemos unos minutos de atención.
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