En esta época de crisis que nos ha tocado vivir asistimos a la gran paradoja del desprecio por el talento, cuando en realidad debería ser un valor en alza.
Las actuales políticas empresariales que priorizan la mejora de la eficiencia por la vía de la reducción de costes, hacen que personas altamente cualificadas o con gran experiencia, se vean desplazadas de sus tareas para realizar otras totalmente improductivas y son además sustituídas por otras que aunque tienen la formación adecuada no poseen la agilidad necesaria ni la madurez que da no sólo la valía sino también la edad.
Es como si estuviésemos viviendo en "el mundo al revés" : unas personas realizan trabajos insignificantes con salarios elevados y otras desarrollan sus capacidades recién adquiridas por un salario de subsistencia .
Al final, el resultado de la suma de costes salariales puede que sea algo inferior , pero existe una clara ineficiencia que la sufren los trabajadores y el cliente final. Los primeros, porque en realidad nadie está "en su sitio", todos se sienten frustrados : el que ha sido desplazado y menospreciado tal vez por su edad o por su elevado salario y la promesa que empieza, porque le exigen un nivel de productividad y conocimientos muy elevados a cambio de una remuneración . Los clientes, porque en medio de todo este embrollo surge un ideal llamado "calidad" imposible de conseguir por muchos estudios y cursos que se realicen constantemente. Porque la calidad tiene que estar dentro de nosotros.
La calidad requiere medios y además "empieza por casa". Las empresas se nutren de personas, las personas tienen sentimientos, y no podemos dar "calidad" si no sentimos "calidad".
Y como dice el refrán "para gustos se pintan colores " y la calidad tiene muchos matices según el punto de vista conque se mire.
Llegados a este punto, ¿No sería mejor buscar un equilibrio?.
Antes, las empresas premiaban a sus empleados más antigüos destinándoles a tareas honrosas aunque quizás con menos responsabilidades, en los últimos años de su vida profesional, y a su vez incentivaba a sus "cachorros" para adoptar nuevas tareas y mayores retos. Todo esto se ha perdido en aras de la supervivencia ,en medio de la mayor crisis económica que hemos conocido.
Seguramente, tarde o temprano saldremos de este marasmo pero creo que no estamos siendo conscientes de que estamos dejando a un lado la insatisfacción generalizada de lo más valioso que tienen las empresas , su CAPITAL HUMANO.
Carmencita, a la distancia estamos gratísimamente sorprendidos, por supuesto leemos todo lo que publicas que es por demás interesante. Esperamos que sigas escribiendo por mucho tiempo. ¡¡¡ Adelante !!! un beso.
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