Resulta más que curioso comprobar cómo cambia nuestra percepción de algunos acontecimientos de la vida a medida que vamos entrando en cada década.
Cuando somos adolescentes o estamos en plena juventud no nos preocupan hechos como la muerte o la pérdida de seres queridos, porque lo vemos como algo sumamente lejano, que no nos va a tocar a nosotros. Nos consideramos invulnerables ante esos temas.
Pero a medida que avanzan los años y con ellos las décadas , la percepción de la vida cambia de forma radical.
Cuando tenemos 20 años quisiéramos tener 30 , para poder escapar entre otras cosas al control de nuestros padres. A los 30 el mundo es nuestro y estamos aprendiendo a construir una familia o una carrera profesional meteórica y sólo tenemos tiempo para esas cosas.
A los 40 estamos "de vuelta" de todo eso y empezamos a estar "quemados " porque nuestras expectativas no se han cumplido en su totalidad.
A los 50 empezamos a querer recuperar el "tiempo perdido " quizás demasiado perdido , y es entonces cuando sin saber cómo, acabamos ascendiendo de "actores secundarios" en el reparto de la vida a "actores principales" porque de repente desaparecen nuestros padres. Entonces es cuando tomamos conciencia del ciclo de la vida y de la importancia de no perder el tiempo, para que nunca tengamos que decir "me hubiera gustado decirle" o "hubiese querido hacer ", porque esto es "pluscuamperfecto" y la vida debe ser "cuasiperfecta".
No hay comentarios:
Publicar un comentario